Al continuar el camino a la zona mágica, comenzaron las preguntas, preguntas poderosas, tal vez la formación como coach comenzaba a surtir efectos… ¿Cuál es mi pasión? Ummm… yo no tengo pasión, ¿Qué será eso? ¿Mi carrera? ¿Un oficio? ¿Un hobbie? Pues ni idea, concluí: “No tengo pasión”

¿Qué es lo que más te pregunta la gente? ¿Para que eres buena? Pues no sé, allí ya comenzaban a dar vueltas lo pensamientos en mi cabeza de que la llegada del coaching a mi vida era la pasión perdida que andaba buscando o la que me encontró. 

¿Cómo lo supe? El coaching es una actividad que combinada con otros conocimientos me llena de alegría, satisfacción, lo haría todo el día, siempre; observar, sentir y escuchar que los resultados que obtienen las personas y sus logros las llevan a realizar cambios importantes en su vida y yo ser el canal que acompañe en ese proceso a obtener ese resultado ¡wow! Es genial, es maravilloso. Descubrir mi pasión y seguir haciendo preguntas es accionar y crecer.